4.7.15

Susurros del Sur (2 parte)

PRIMERA PARTE

Cuando niño yo saqué la cuenta/de mi edad en el año 2000…

3 de julio 2015

maquinita pompom

Parecía tan cabalístico que, como Silvio, también ella contó hasta el 2000 para ver qué edad tendría entonces... Y pasó el dos mil, hace 15 años.

Ayer, que aquella foto saltó de su expediente laboral, no pudo evitar pensar que así es como la conoció, y que seguramente él recordaría aquella tarde que la vio por primer vez en el aeropuerto. Con una botella de tequila y un cartelito rojo entre las manos, en la sala de llegadas internacionales, pensando en que cualquiera de ellos podía ser él, pero jamás imaginó que sería el de la mirada brillante y sonrisa de sol que la llevó a cruzar el continente.

Hoy hace 15 años se dejaron por tercera vez en dos meses, teniendo el país un nuevo presidente de partido distinto, luego de 75 años; cuatro días después de que ella terminara su viaje de encuentros y desencuentros en Chile. Luego de una caminata por Coyoacán, de visitar el Museo de Trotsky y de que ella no volviera la mirada hacia él tras despedirse, porque creyó que nunca más volverían a sentirse.

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Nos escondemos tras las palabras

Ocho de enero de 2000. El buzón está lleno, el Periodista ha escrito su primer mensaje y Elisa apenas lo nota: Él le habla de ese cuento que ella publicó en un sitio web y que entramó sus vidas. Aunque ahora no recuerda ni siquiera de qué trataba la historia que ella misma escribió, ni lo que él le decía en el mensaje; sólo sabe que fue ese martes cuando comenzó a mirar de otra manera.

Fortuita es esta historia como un sino. Cuando Elisa conoció su historia quedó eternamente cautivada de todo lo que ella no tuvo el valor de ser, pero él sí. Aunque en aquellos días sólo pensó que no era un tipo cualquiera, era sí de la misma profesión, pero no la misma trayectoria. Lo imaginó mayor, le recordó al Cubano, y le pensó moreno, bajo y regordete; con una familia normal.

Y como sucede en el cliché de encuentros de internet, tramaron largas y constantes pláticas sobre la existencia, el periodismo, las obligaciones profesionales y la literatura. Y de pronto le hizo creer en sus palabras: “Qué extraño, te siento como el alma gemela que nunca he encontrado”. Sin embargo Elisa nunca pensó en hallarlo, mucho menos en la sala de llegadas internacionales del aeropuerto nacional. Ahí donde ahora se encontraba lista para viajar.

Para Elisa aquellas letras eran inesperadas; jamás sintió una atmósfera tan íntima con un espíritu tan lejano. Ni siquiera necesitaron mirarse a los ojos, no les hizo falta conocer la línea de sus dientes cuando reían; ni el tono de sus cabellos, ni el tamaño de su calzado o sus modales en la mesa; entre ellos las apariencias estaban de más. Bastaba con que pudieran comprender esa palpitante emoción de cuando los dedos se deslizan sobre las letras, y éstas se acomodan a cada golpeteo del teclado para evocar la otra parte del mar.

Y así entre palabras, habrían pasado la vida, hasta que él anunció que llegaría a México, a conocer las manos detrás del teclado. El Periodista habría de hacer una escala de camino a casa desde Chicago, y Elisa no imaginó lo peligroso que ese encuentro le resultaría. No porque él fuese un desconocido, no porque estaría sola en un aeropuerto, no porque viajarían en el mismo taxi tanto camino, sino porque solos en esa habitación de hotel se le perdería el corazón entre unos labios atrevidos.

Continuará…