31.10.14

Amar es caminar (16.06.14)

"La escritura es un ejercicio constante de nostalgia": Isabel Allende.
amar es caminar
Un temprano ocre se escurría en las hojas, se reflejaba en su rostro, pintaba el horizonte tan bello que dolía. Sería quizá que la ausencia se había vuelto a instalar en su espíritu añoso...
Era otoño, su momento dilecto, y tan sólo hacía dos días que el extranjero piel de avena había sido –fugaz, como es costumbre– un instante de ardor en la piel y, como la trova, palabras precisas sonrisas perfectas. Entonces, Elisa caminaba entre árboles y ardillas urbanas que burlaban al perro, dejándose llevar por la luz que le bordeaba y recordó el alivio que es caminar… porque amar es caminar.
Y esto no es una metáfora.
Caminar nos lleva por la ruta de forma más lenta que cualquier otra; si se hace a la deriva mucho mejor. Caminar enamora, porque los sentidos están mucho más a la intemperie: notas más los detalles del camino que no ves cuando se viene en auto. Caminar va dejando huellas en las banquetas y los prados. Y así en la memoria.
Es un pretexto para tomar la mano del otro y cuidarlo mientras se cruza una vía y luego mantenerla entre tus dedos por pura coquetería. Caminar es tener la oportunidad de sudar por placer, de tomar el sol, de mojarse sin sentido y hablar también igual.
Caminar es amar los zapatos del otro porque si el camino es largo, como yo solía hacer contigo, te da tiempo para saber de él llenando los vacíos de su historia con múltiples preguntas o coincidir en el silencio, hasta que lo entiendas todo.
Caminar es cansarse, no importa si por separado o al mismo tiempo; pero siempre sin tener otro remedio que continuar; y si el cansancio excede hay la posibilidad de sentarse en una banqueta, porque para el que ama no importa el sitio, y entonces el pretexto de rozar las piernas, de recargarse en el hombro de otro y ver pasar la gente que distante está de ese enjambre de mariposas que se teje en tu interior.
(c) #lamaga